¿Todavía se vale decir "feliz año"? No lo sé. Tengo días queriendo escribir pero para variar, no hallaba cómo acomodar mis ideas y finalmente hoy, después de quitar el árbol de Navidad tuve una visión.
No quiero hablar de propósitos que no cumpliremos, no por mala onda sino porque siento que a veces no somos realistas con lo que queremos hacer, creo que nos presionamos por lo que nos rodea como situaciones y personas y luego andamos dando patadas de ahogado. ¿Y si somos más realistas?
Estoy a pocos días de celebrar 33 inviernos, sí, INVIERNOS, soy especial, y decidí que este año sería el año de la REALIDAD. Verán, soy cristiana, creo en Jesús, creo que la gran mayoría si no es que todos lo saben y precisamente a los 33 años él murió en la cruz. Lejos de la simbología que implica y de la cual podríamos hablar toda la vida, me quedé pensando en las cosas que había hecho hasta ahora y que a) han dado giros a mi vida y b) han impactado en los demás.
Este año cumpliré 7 años de casada, tenemos trabajo, tenemos salud (luego de muchas enfermedades feas), tenemos casa, tenemos cómo transportarnos, tenemos a Nala y cero hijos. No los odio, amo a los niños pero no me quita el sueño no tenerlos, mucho menos a mi esposo. No llevo una lista de cuánto nos preguntan sobre el tema, es seguido y es molesto, porque no es asunto de nadie más y medio mundo quiere opinar. Creo que deben respetarse los procesos de cada quien, que hay muchas parejas que lo han intentado y aún no se ha dado, que han tenido experiencias dolorosas y no hay por qué recordárselas, creo también que se vale decidir no tenerlos, se vale también planearlos. Hace tiempo vi en Facebook una imagen que preguntaba para cuántos hijos te alcanzaba tu tiempo, tu economía, tu paciencia ¿se imagina si todos o por lo menos la mayoría de las personas consideraran eso antes de traer una vida al mundo? Me horroriza leer sobre los crímenes que se cometen en diversas partes del mundo, particularmente sobre mujeres y sobre niños, bueno, también sobre los animales. En mi cabeza no cabe cómo se puede llegar a ese nivel de maldad, a veces creo que le hago un favor a mis hijos que no existen por no traerlos a "eso", pero luego pienso que si no comparto esas ideas con un nuevo ser (y otras tantas) se pueden perder, que cuando compartimos esas buenas ideas y las heredamos vamos dejando un camino para cambiar el mundo aunque no siempre habitemos en él.
El 2018 sin duda fue un año de recuperar mi estabilidad, quizá no económica porque hubo muchos movimientos, pero sí mental y emocional, no tengo palabras para agradecer las oportunidades que me llevaron a disfrutar más a mi familia y mis amigos. Mis trabajos han sido maravillosos, pero eso de vivir solo para trabajar no sirve de nada y ahora pude tomar un buen respiro, dormí hasta que me cansé y prácticamente la cama me aventaba, empecé el proyecto de apoyo a rescates de perritos y es una experiencia que no puedo no describirles. Hay muchísimo trabajo por hacer, pero poco a poco vamos haciendo un cambio. Sé que no todos están a favor de la causa pero no importa, hay mil causas más que pueden apoyar, lo importante es sumarse para abarcar todo nuestro entorno y entonces sí hacerlo un lugar mejor.
Me sentí más bocona que nunca. Hubo días donde pensaba que si no me expresara como lo hago, si no cuestionara, si no me esforzara por hacer las cosas mejor todo sería más fácil, quizá hasta tendría menos problemas, pero ¿valdría la pena? Hay cosas que por más que nos esforzamos no se nos dan y otras que se dan prácticamente sin mover un dedo la vida es curiosa.
Quizá voy a sonar extrema, pero este año me encantaría organizar reuniones de mujeres, tengo la fortuna de estar rodeada de mujeres extraordinarias y me encantaría que compartieran sus experiencias con otras. Me he dado cuenta de que cuando hablamos y compartimos experiencias nos hacemos más fuertes, cuando hay un problema y lo abordamos descubrimos que no somos las únicas y podemos hacer que algunas no lo vivan ¿no es increíble? Aunque sea reunirnos para compartir una pizza o unos taquitos, pero hablar, llenarnos el tanquecito de amor propio, por los demás y mucha fortaleza.
Peso más de lo que debería y seguramente podría comer mejor, sigo en el proceso de descubrir y aprender a cuidar mejor mi cuerpo, pero hoy, justo en este momento lo amo, me siento feliz de poder salir a la calle sin maquillarme y no sentirme presionada por el "qué dirán", mi ropa tampoco es algo que me quite el sueño, me agrada ser justo así, llenita, sonriente y feliz.
Quisiera que mi hámster cerebral se tomara un pequeño descanso, pero también quisiera no perderme de nada, hacer las cosas sin que nadie me cuente, tener mis propias experiencias y eso implica no detenerse. Cada noche me voy a la cama agradecida, si mañana no estuviera en el mundo me iría con la sensación de que hice todo lo que quise y sin pendientes, esa paz no tiene precio.
¿Cómo pinta su vida para este año?
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