Nada es real.
Mariposas vuelan alrededor de mi cama para llevarme a un jardín donde hay flores de mil colores.
Hay dos soles en el cielo que está encima de mí y las estrellas salen al mediodía. Tengo puesto un vestido de gala color amarillo y al caminar es como un Helios en su paso por el cielo. Yo misma soy un sol.
No pasa nada, no siento dolor ni una pizca de tristeza.
Princesa del jardín con mar donde no pasa nada.
Todo es real.
La ventana de mi habitación permanece abierta y siendo de noche no veo las estrellas ni la luna nueva.
El invierno es más que una estación del año, es un estado personal.
Extraño risas, abrazos, frases célebres, que me pidan silencio, flotar en el lodo y pasar recados mientras alguien hable.
Extraño besos y abrazos que ya no me pertenecen, extraño historias donde ya no soy la protagonista, extraño mis rosas mensuales, extraño lo que no tengo.
La realidad se distorsiona.
Sólo en lágrimas disfrazadas de letras cumplo mis deseos, sólo allí encuentro mi vida y la jaula desaparece.
Ya me dio frío y no me pondré los calcetines rojos, la música hace vibrar mis cobijas mientras escribo recostada en mi cama, mi trono.
La noche no tiene sentido, por eso se duerme, los sueños son deseos ocultos y la manera de vivir las noches.
Noches donde no hay estrellas, noches donde se extraña, noches mentira, noches verdad… ¿Qué es la de hoy?

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