El momento llegó,
uno donde a los cinco segundos decides que odias la vida adulta.
Todo el día veía a mi computadora y sabía que llegaría el momento de escribir,
es el desahogue ideal,
sabía el título de esto,
la historia que me cambió aberraciones,
que me salvó de penar un corazón roto
y que me hizo crecer.
He llorado no se cuanto tiempo desde que me desperté,
gracias a esos sueños rosas hubiera querido otro resultado
intento convencerme de que es lo mejor,
pero por ahora no es suficiente y me duele.
Quisiera acelerar todo lo que me duele para sanar más pronto
y la música suena a todo lo que da
haciendo vibrar cada momento con él.
Puedo recordarlo con esa sonrisa de galán,
la pose de modelo
y ese cabello que era el hogar de la punta de mis dedos.
Tiene un brillo en los ojos, evidentemente feo-feo no es.
El tampoco mentía,
ni gustaba de las complicaciones,
es lo que es y punto.
Pasaron muchas cosas
aunque el tiempo no era tanto
se hizo contar a cada segundo
con una risa
una canción
o un silencio.
Insistí en que era mi medida perfecta,
cada que nos tomábamos de la mano era mi primer idea,
su altura, complexión, todo.
Me escapé,
borré la hora de llegada,
dejé de dar explicaciones,
dejé de construir castillos en el aire.
Dije que sería y fue diferente.
Diferente para bien.
Antes de él solía odiar el aroma del tabaco,
Realmente lo detestaba, me recordaba a familiares que se enfermaron por la causa,
personas que se fueron y no volvieron a ser iguales, un sinúmero de motivos desagradables.
Él lo mezclaba con miel,
y la rara combinación era algo digno de observarse,
el momento de fumar un cigarro,
terminar e ingerir una de esas pastillas de miel con limón que me compraban de pequeña,
ese olor tan peculiar de tabaco con miel significaba que pronto habría un beso.
Alguna vez intenté analizar los besos,
porque en un principio si pensé que todo estaba pasando demasiado rápido
y así uno nunca puede saborear las cosas
o te pasa de noche sin estrellas.
Había algo, un gusto, pasión y placer,
él siempre fue un placer
y los besos, eran lo mejor, eran perfectos.
Lo extrañé mucho tiempo,
como esas cosas que con poco les agarras mucho cariño,mucho amor.
Cuando decidí alejarme de él fue porque sabía de que seguir así,
un adiós sería el más dolorosos de todos y lo que puedo sentir ahora no se compararía,
proablemente se trataría de esos de los que nunca te recuperas.
Repaso todo lo que nos dijimos,
todo lo que hicimos y cada recuerdo se tiñe de colores al son de piano y violín,
canciones que te hablan de ese amor que todos añoran.
Llegué a un punto donde el "no sé" no era suficientes
y lo sensato era el último recurso.
"No es un adiós sino un hasta luego"
sea lo que sea que eso signifique.
uno donde a los cinco segundos decides que odias la vida adulta.
Todo el día veía a mi computadora y sabía que llegaría el momento de escribir,
es el desahogue ideal,
sabía el título de esto,
la historia que me cambió aberraciones,
que me salvó de penar un corazón roto
y que me hizo crecer.
He llorado no se cuanto tiempo desde que me desperté,
gracias a esos sueños rosas hubiera querido otro resultado
intento convencerme de que es lo mejor,
pero por ahora no es suficiente y me duele.
Quisiera acelerar todo lo que me duele para sanar más pronto
y la música suena a todo lo que da
haciendo vibrar cada momento con él.
Puedo recordarlo con esa sonrisa de galán,
la pose de modelo
y ese cabello que era el hogar de la punta de mis dedos.
Tiene un brillo en los ojos, evidentemente feo-feo no es.
El tampoco mentía,
ni gustaba de las complicaciones,
es lo que es y punto.
Pasaron muchas cosas
aunque el tiempo no era tanto
se hizo contar a cada segundo
con una risa
una canción
o un silencio.
Insistí en que era mi medida perfecta,
cada que nos tomábamos de la mano era mi primer idea,
su altura, complexión, todo.
Me escapé,
borré la hora de llegada,
dejé de dar explicaciones,
dejé de construir castillos en el aire.
Dije que sería y fue diferente.
Diferente para bien.
Antes de él solía odiar el aroma del tabaco,
Realmente lo detestaba, me recordaba a familiares que se enfermaron por la causa,
personas que se fueron y no volvieron a ser iguales, un sinúmero de motivos desagradables.
Él lo mezclaba con miel,
y la rara combinación era algo digno de observarse,
el momento de fumar un cigarro,
terminar e ingerir una de esas pastillas de miel con limón que me compraban de pequeña,
ese olor tan peculiar de tabaco con miel significaba que pronto habría un beso.
Alguna vez intenté analizar los besos,
porque en un principio si pensé que todo estaba pasando demasiado rápido
y así uno nunca puede saborear las cosas
o te pasa de noche sin estrellas.
Había algo, un gusto, pasión y placer,
él siempre fue un placer
y los besos, eran lo mejor, eran perfectos.
Lo extrañé mucho tiempo,
como esas cosas que con poco les agarras mucho cariño,mucho amor.
Cuando decidí alejarme de él fue porque sabía de que seguir así,
un adiós sería el más dolorosos de todos y lo que puedo sentir ahora no se compararía,
proablemente se trataría de esos de los que nunca te recuperas.
Repaso todo lo que nos dijimos,
todo lo que hicimos y cada recuerdo se tiñe de colores al son de piano y violín,
canciones que te hablan de ese amor que todos añoran.
Llegué a un punto donde el "no sé" no era suficientes
y lo sensato era el último recurso.
"No es un adiós sino un hasta luego"
sea lo que sea que eso signifique.
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