Aún me estoy saboreando el pastel de zanahoria con el que festejamos un año más de vida de mi papá. La verdad tenía días pensando en escribirles y contarles de él pero apenas hoy pude acomodar mis ideas, llegué a la conclusión de que mi historia con él ha estado llena de sorpresas y conclusiones de la vida real que distan mucho de "las expectativas de la sociedad".
Verán, mis papás se divorciaron hace algunos años, claro que es uno de los capítulos más tristes de mi vida pero he aprendido que eso es asunto de mis papás y que yo no tengo porqué opinar, mucho menos juzgar sobre lo que pasó o no pasó. Más delante entenderán por qué...
Mi papá llegó a mi vida cuando tenía cerca de 2 años. Alfredo asumió ese papel rápidamente, mi papá biológico decidió no ser parte de mi vida cuando supo que venía en camino, no sé si eso es bueno o malo, pero le deseo lo mejor. La verdad es que Alfredo es el mejor papá que pude tener y gracias a él y a mi abuelo, no hubo espacio en mi corazón para rencores, malos deseos o cualquier cosa que se le pareciera.
Cuando yo tenía cerca de cinco años mis papás se casaron y Alfredo me dio su apellido, años después nacieron mi hermana, mi hermano y él nunca hizo diferencias. Por sus horarios de trabajo, mi papá iba a la mayoría de las juntas escolares de mi grupo en la primaria, cuando había fiesta ayudaba a las mamás del salón a que todo saliera bien, le gustaba involucrarse. Le tocó hacer trenzas falsas y uno que otro disfraz, mi mamá también hacía mucho pero no era tan paciente (Ya después les contaré de la gran mujer que es).
Yo tenía alrededor de 11 años cuando desarrollé una depresión que me llevó a luchar con la anorexia, pesaba 27 kilos y mis defensas estaban por los suelos. Mi papá siempre se quedaba conmigo a la hora de comer, tratando de que comiera todo lo posible. Cada lunes me llevaba a terapia esperando que la psicóloga le diera buenos resultados. Él siempre decía que haría lo que fuera por mí y era verdad, mi mamá se guardaba las cosas pero él trataba de hacerme entender como fuera posible el daño que me estaba haciendo. Un día mi mamá se hartó, me dijo que estaba cansada de la situación y que me enviaría con mi papá para que él se hiciera cargo de mí. Yo no entendí, ella se fue al trabajo y ahí Alfredo me explicó que no era mi papá biológico. No les puedo describir el amor que había en sus palabras, pero me dio todos los detalles que pudo y listo, el tema no se tocó hasta muchos años después, a mi mamá no le gustaba hablar del tema, se ponía nerviosa y de mal humor.
Me recuperé y mi vida siguió con normalidad. Mi papá no me llevaba a la escuela si no tendía mi cama y yo odiaba llegar tarde. Después pidió que la señora que ayudaba en casa no me arreglara el cuarto para que yo lo hiciera, los sábados me ponía a lavar mi ropa para aprender y de repente hasta me tocaba algo de mis hermanos. En la prepa fue más pesado, en vacaciones daba órdenes de que yo cocinara para todos, para que aprendiera. Mimí, la señora que ayudaba sólo podía decirme como, ¿qué creen? Funcionó. Hoy me doy cuenta que todo eso es muy útil. Oh, le encantaba que hiciéramos limpieza de la casa en domingo, baños, cuarto... ya después de eso podíamos ir a pasear. Mis hermanos no hacían eso, eran más chicos y pues ni hablar, me tocó bailar con la más fea.
Los viernes cenábamos tacos o antojitos, mi papá siempre fue muy antojón y vaya que me inculcó bien eso. Los domingos íbamos por birria o menudo, se levantaba, se ponía una gorra para no peinarse y listo. Plantamos zacate en el jardín de la casa, con semillas ¿por qué no podía llevar de que ya estaba listo? Armamos escritorios, cambiamos asientos de baño, me hacía ayudarle a lavar los carros y algunas cosas más, siempre aprendía algo. Mi papá siempre me convencía de que era una mujer inteligente, de que podía lograr lo que fuera y me hacía pensar en soluciones para todo, creo que me enseñó bien. Lo vi ayudar a muchas personas, ponerse el saco para infinidad de situaciones, es de esas personas que cuando puede hacer algo lo hace y lo hace bien, no a medias tintas. Siempre le ha gustado hacer bien su trabajo, seguirse preparando, hablar, conocer personas, viajar...
Algunas veces pensaba en mi otro papá, en las posibilidades de tener más hermanos, tíos, primos, abuelos, imaginaba su vida, sus ocupaciones, pero me sentía culpable, como si traicionara todo lo bueno que mi papá había hecho por mí. Hoy entiendo que no era eso, sino simplemente la necesidad natural de saber de dónde viene uno, de saber qué historia hubo antes de llegar al mundo.
Guardé esa idea y me preparé para la universidad. Mi papá sugería que fuera médico, pero me negué y opté por comunicación, papá se preocupaba porque no entendía de qué iba a trabajar, después les dieron una plática en la escuela y tuvo paz. Parecía que todo iba "normal", mis papás tenían buen trabajo, mis hermanos estaban sanos, yo estaba en la carrera que quería y...llegó el divorcio.
Honestamente vi cosas raras desde antes, la situación era muy incómoda. Finalmente el asunto tronó, papá se fue de casa y meses después presentó a su nueva pareja. En un principio en casa pensaban que "era una etapa", pero cuando la otra persona entró en la historia no hubo vuelta atrás, mucho menos cuando supimos que venía un bebé en camino. Yo estaba molesta, triste porque papá falló, porque perdimos nuestra estabilidad emocional, porque no sabía qué esperar de una pareja cuando decidiera formar mi familia, me negaba a ir a su casa, mucho menos a convivir con su pareja y a conocer al bebé que no tenía culpa de nada. Y justo cuando estaba tratando de acomodar esas ideas apareció mi otro papá.
Sin buscarle, conocí a una joven lindísima, que luego de darnos cuenta que teníamos mucho en común, platicando nos dimos cuenta de que éramos primas. Su papá es hermano de mi papá biológico y de ahí en adelante empezó el proceso de conocer a muchas personas increíbles. Con todo y la molestia del divorcio, mi mamá y mi papá hicieron un frente común, les preocupaba que la nueva familia me lastimara, afortunadamente no fue así. ¿Se imaginan? Aún en medio de mi berrinche mi papá seguía cuidando de mí. Que apareciera esta persona en el mapa me hizo valorar más a mi papá, al hecho de que aceptara algo que no le correspondía, que lo hiciera con todo el amor del mundo y que siguiera ahí al pie del cañón a pesar de mi mala actitud.
Fue ahí donde decidí dejar ir lo que pasó, donde entendí que la relación de pareja de mis padres no era mi asunto y donde elegí valorar a mi papá por su relación conmigo y nada más. Mi mamá y mis hermanos tienen otro proceso, no espero que entiendan el mío, solo que lo respeten. Hoy les puedo decir que mi papá ha estado en todos los momentos importantes, que aún a mis 32 años sigue pendiente de todo lo que ocurre, que aún ha regañado a personas que me hacen algo, que espera con mucha emoción que nazcan mis hijos para ser un abuelito feliz. Estuvo en mi graduación de la carrera, estará en la de la maestría, me entregó en mi boda al lado de mi madre y sepa qué tantas cosas más le tocarán.
Esas ideas de "no debes aceptar a tu papá por lo que hizo", "no debes ir a su casa", "o apoyas a tu mamá o a tu papá, no puedes a los dos", "no convivas con su pareja actual", son algo que no lleva a nada bueno. Y decido no cargar con eso en mi vida, decido aceptar lo que ocurre y hacer lo mejor con ello.
Lo único que quiero, es que tanto mi papá como mi mamá sean felices, eso no quiere decir que deban estar juntos, quiero que sus parejas los traten bien, que los cuiden. Quiero que tengan una vida plena y que si mañana no están se vayan felices y que yo pueda vivir segura de que siempre hicimos lo mejor posible.
¿Tienen esa seguridad? Pruébenlo, es de los mejores sentimientos del mundo.
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