A mí me dijeron que era un viaje a la playa, que todo iba a ser fácil, divertido, perfecto, pero terminé enfrente de una montaña que nunca imaginé.
Sí, no soy la primera, ni la última, pero hoy pensé que era buena idea hablarlo porque te dicen que hay que agradecer y como dijimos alguna vez, “ser agradecida es ser feliz”.
Cuando supimos que Max venía en camino hubo mucha emoción pero no quisimos decirle a muchos porque dos amigas habían perdido a sus bebés durante el embarazo y me daba miedo, esa fue la primera vez que pensé que esto de la maternidad no era tan perfecto y tan fácil como lo pintaban. Solo se podía estar, uno no sabía ni qué decir.
En los primeros meses de Max pensé que sí, era un circo balancear la vida con todos esos roles que tenemos porque el ser mamá era algo que se unía a lo demás pero no por eso todo lo demás dejaba de estar, había trabajo, había casa, había pareja (bueno aún hay todo de eso) y yo pensaba que tal vez era muy difícil, lo que no sabía era que nuestro camino no sería como el de la mayoría.
Hicimos todo como nos dijeron los que tenían experiencia, los pediatras, investigamos, nos preparamos pero nada de eso bastó porque cerca del primer cumpleaños de Max nos dimos cuenta de que era diferente, Charly lo notó primero.
Siempre fuimos de actuar a la de ya en cosas de salud, Max no sería la excepción, llegaron las idas a la neuróloga-pediatra, a la terapia física, a la estimulación, se hizo todo y luego de un año llegó el “Max podría ser autista”.
¿Hubo duelo? Sí, se hizo todo y me dolía que “no había sido suficiente”, Max seguía siendo diferente, pero a la vez no quería perder tiempo, se hizo la evaluación, nos dijeron que el riesgo de que estuviera en el espectro era alto y nos adaptamos a esa nueva realidad.
Tanto Charly como yo hicimos cambios, pausamos proyectos profesionales o de plano dejamos algunos (claro que no me iba a quedar sin escribir para siempre querida Carmín) y en estos meses de trabajo juntos la vida es otra.
Hemos aprendido mucho y seguimos aprendiendo, cada día hay algo extraordinario, tenemos un niño que nos ha regalado tiempo extra de ser bebé aunque ya es un niño y aunque nos han dicho que “tal vez no sea autista” porque hay varios trastornos del desarrollo, no se puede negar que no es como los demás, así lo amamos, así es lo mejor que nos ha pasado (con todo y esos días difíciles que hay de vez en cuando).
Hace meses nos encontramos ante una gran montaña, conforme hemos avanzado hay muchas cosas que se han quedado en lo seguro, en lo esperado, en lo que es como todos los demás, la playa definitivamente no era para nosotros pero confío en que podemos llegar a la cima, sin importar lo alto que sea nuestra montaña.
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